Juan Guinot, 33 rpm
Juan Guinot
33 rpm
También el caracol
Hace años que
esperábamos 33 rpm, de Juan Guinot. Y digo esperábamos porque somos
muchos los que la leímos en hojas que pasaban de mano en mano, los que
escuchamos las aventuras de Linko a cuentagotas, como un folletín, en
las veladas que nos amanecíamos en la casa de Ángel Gallardo donde vivía
su autor. Y finalmente llegó, como llega Linko a la gran ciudad,
dejando atrás su vida de pueblo y con hambre de querer quedarse.
Todo
en 33 rpm es rocambolesco, fantástico y deliciosamente exagerado. El
lenguaje, con sus imágenes inesperadas, da vida a personajes como el
melómano, el Uruguayo Farley, el Formoseño Peralta, Perfecto vatuone;
apostadores, laburantes y casi-marginales que, como el propio narrador,
se la rebuscan para sobrevivir. Villa Cresppo renueva su mística y carga
con el peso de su tiempo, son los años posteriores a la crisis del 2001
y en este mundo paralelo también hay malaria y cartoneo. Pero la
imaginación de Juan Guinot no se vuelca al neorrealismo sino a lo
fellinesco y nos devuelve un Parque centenario convertido en gran
tocadisco, una uña puntiaguda que baja del cielo, "apoya sobre los
surcos de los caminantes y hace sonar la música de la gente". Una imagen
hermosa para abrir y cerrar esta novela circular y para pensar en todo
lo que la literatura puede hacer sonar en nosotros los lectores.
Alejandra Zina
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