Juan Sebastián Ronchetti El primer campeón del mundo

NOVEDAD HORMIGAS NEGRAS
JUAN SEBASTIÁN RONCHETTI
EL PRIMER CAMPEÓN DEL MUNDO

EL PRIMER CAMPEÓN DEL MUNDO es más que un libro, es un universo que
Ronchetti guardó para sí y ahora lo despliega y lo escribe para nosotros. Todo
lo importante que tenía que pasar, sucedió ya en la infancia, pero aún sigue
pasando, y de algún modo acontece en la vida adulta, cada día.
En los relatos hay algo del orden de lo que no se puede comprender, y que
tampoco comprenden los personajes. Ni ellos ni el autor se preguntan cómo y
por qué pasa lo que pasa. Tampoco nosotros, y en esa falta de explicaciones
reside tal vez la gran furia narrativa que nos perturba en la escritura de
Ronchetti: no saber por qué pasan las cosas de este mundo pero al mismo
tiempo contarlas como si fueran simples, porque tal vez allí anide toda
esperanza, en el infinito asombro del puro vivir y su narración. Ángela Pradelli
Un niño, casi un muchacho a veces, es el que nos va a contar esta especie de
novela fragmentaria que en definitiva es EL PRIMER CAMPEÓN DEL MUNDO.
Con un tono que emerge del dolor cotidiano, de los fracasos y terrores bajo las
sábanas nocturnas, bajo las tardes de Avellaneda, teñidas de celeste en el recuerdo. Terrores que lo invaden todo aún los momentos de felicidad y que en
los momentos más duros se profundizan bajo el peso de las esperanzas
forzosamente inventadas. Porque… ¿y si mañana no es así?, ¿si mañana todo
sale mal? La respuesta de un adulto desconocido, en el medio de una violenta
represión en un partido de fútbol es desgarradora: “…vamos a volver, pibe”, le
dice. Pero el chico llega solo a su casa, y el que no vuelve es su padre y su
hermano. Por eso no es un movimiento hacia lo blando literal, sino que literario:
un hecho estético.
Festejo la salida de este libro y festejo que desde dicha salida ustedes sepan lo
que yo sé desde el día que vino con más ilusión que páginas escritas a mi taller
literario: que Juan Sebastián Ronchetti es un escritor de primera línea y es un
escritor necesario. Pablo Ramos


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